Las grietas y fisuras en el hormigón fresco se producen principalmente por un fenómeno conocido como retracción de fraguado.
La retracción de fraguado consiste en la disminución del volumen de la mezcla de hormigón debido a la pérdida de agua, originada por el fraguado.
También se le conoce como retracción plástica del hormigón.
A su vez, el agrietamiento se debe a la debilidad del hormigón frente a los esfuerzos de tracción, o tensiones, que están asociados a la contracción volumétrica.
En estado fresco, el hormigón tiene consistencia plástica por lo que puede deformarse sin agrietarse.
Sin embargo, durante el fraguado se produce una pérdida de agua por evaporación, ya que no toda el agua de mezclado reacciona químicamente con el cemento.
Por esta razón es común que aparezcan fisuras por la retracción de fraguado en superficies horizontales y descubiertas de elementos estructurales recientemente vertidas.
La retracción de fraguado es un fenómeno fisicoquímico del hormigón que depende de la cantidad de agua de mezclado, de la relación agua/cemento; la cantidad, finura y composición del cemento; la forma, textura, granulometría y composición de los áridos; la geometría de los elementos estructurales y de las condiciones ambientales referidas a la humedad y temperatura.
Los gradientes térmicos ocasionan uno de los efectos más apreciables, ya que pueden hacer que el volumen se dilate o se contraiga, y además de ser originados por dinámica ambiental, también son producidos por reacciones químicas de hidratación del cemento durante el vertido de la mezcla.
La hidratación del cemento es una reacción exotérmica por lo que el calor liberado puede contribuir a la pérdida de agua, no obstante, el impacto térmico es puntual y las grietas pueden estabilizarse.
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